Galería de Arte Juan Manuel Lumbreras

Amable Arias

“El paisaje es infinito, viene a los ojos y escapa.

El otro infinito no se ve, se tacta, es la plenitud corpórea, táctil. Se silencia en un silencio nada místico.

El paisaje es húmedo, rincón de encuentro con el prado verde, horizonte carmesí.

Nada de infinito, es paisaje ceñudo, verde, oscuros matorrales. La distancia es concreta, ahí está el monte, ese bello macizo de sierra, cortina ondulada, verde la ladera, amarilla la paja.

El rojo carmesí, el camino, el altozano, el peñascal, el barro, el zarzal, la loma, el senderito, la colina pelada. Todo es azul, o tal vez carmesí, o acaso verde.

El paisaje es todo, un todo pleno, sensual, carnal, mate. Y la distancia oblicua, en mil lenguajes, es toda ella terrena, olor y suelo.”  

Amable, Cuaderno verde, 1977

La biografía de Amable es bien conocida. Nació en Bembibre del Bierzo (León) en 1927, en el seno de una familia de labradores. En 1936, cuando jugaba en la estación de ferrocarril de su pueblo sufrió un terrible accidente que arruinará su infancia, siendo sometido a numerosas intervenciones que no le salvarán de una severa cojera y serios problemas renales de por vida.

En 1942 la familia se traslada a San Sebastián, donde vive años llenos de tristeza y reclusión que se recrudecen con el abandono familiar del padre, aunque representen un alivio por el maltrato que de él recibía su madre Pilar. Será ella quien se desviva por Amable, consiguiéndole penicilina de estraperlo que mejorará su salud, lo que le permitirá salir de nuevo a la calle ayudándose con unas muletas. Acude a las clases del pintor Ascensio Martiarena, donde recibe algunas enseñanzas de dibujo y acuarela que no influirán en su futuro, pero que marcarán su fuerte vocación pictórica.

Persona con deficiente instrucción, se propuso superar su falta de cultura artística leyendo vorazmente en la Biblioteca Municipal sin ningún rigor selectivo. Como señala su biógrafa Carmen Alonso-Pimentel, «Con casi veinticinco años entró de golpe desde el mundo de los tebeos al mundo de la filosofía, la ciencia y la literatura». Esta pasión por la lectura le acompañaría toda su existencia.

Falleció en 1984 como consecuencia de un coma urémico por fracaso renal, a la edad de 56 años. Su notable producción artística la desarrolló en el corto espacio de 25 años, desde sus primeras pinturas en El Bierzo (1956), hasta los años previos a su muerte, en los que sólo podía dibujar, técnica a la que se aplicó con una actividad desbordante, desplegando todo tipo de recursos técnicos para plasmar el riquísimo universo que brotaba de su inagotable imaginación.

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