Víctor Arrizabalaga
Letrateka
La historia del alfabeto comienza en el Antiguo Egipto y tras un largo proceso evolutivo se desarrolla el alfabeto romano o latino, del que descienden la mayoría de los abecedarios utilizados en el mundo occidental. Un alfabeto es la representación gráfica de las letras de un lenguaje y constituye un eficaz sistema de escritura y comunicación.
Con la invención de la imprenta por el orfebre alemán Johannes Gutenberg a mediados del siglo XV, se inicia un nuevo proceso de difusión y universalización de la cultura. Los libros se convierten en una inagotable fuente de conocimiento. Su aparición originó una auténtica revolución cultural.
Con el paso del tiempo, los libros han demostrado su gran eficacia como contenedores de nuestra memoria y de todo lo que somos y caracteriza al ser humano. Su presencia es sinónimo del saber y su prestigio intelectual y social no ha sido superado por ninguna otra invención humana. A diferencia de la oralidad, la escritura representa la durabilidad en el tiempo y la posibilidad de comunicación con generaciones futuras.
Existe un famoso dicho popular que todos hemos oído alguna vez, que afirma cuáles son los objetivos que deben guiar nuestra vida para alcanzar la plenitud: “Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro”. Es una frase que se atribuye al poeta y político cubano José Martí, que pone de manifiesto la imperecedera necesidad de transcender en un mundo en el que prima la inmediatez y el consumo.
Para algunos, el libro es un icono, un objeto sagrado (la Biblia, el Corán…), una obra divina, un pozo de sabiduría, una ventana abierta al mundo, un fetiche, un amigo que nunca decepciona…; para otros, sin embargo, es un instrumento de aleccionamiento, un panfleto, un manifiesto, etc. En resumen, un objeto al que se atribuye múltiples capacidades para transformar nuestras vidas. Para Borges el libro es el instrumento más asombroso que ha creado el hombre y una extensión de la memoria y la imaginación.
Con la revolución digital, la aparición del libro electrónico y nuevas plataformas y buscadores de información a través de Internet, se produce un cambio de paradigma que provoca que muchos libros comiencen a ser una incómoda compañía de viaje y las únicas alternativas posibles son su destrucción o reciclaje.
El reciclaje también puede ser una buena práctica artística y una forma de llevar a cabo dicha experiencia es salvando a algunos libros, a los que he denominado libros redimidos, que he utilizado como soporte o escenario de mi intervención.
La exposición desarrolla un itinerario imaginario desde la preescritura hasta la aparición del abecedario y sus diferentes derivas tipográficas. Un viaje en el tiempo que enfatiza la importancia del libro como herramienta para generar y transmitir conocimiento, así como su capacidad de poder y dominación. El libro como elemento complejo y poliédrico a través del cual, a lo largo de la historia, se han tratado de imponer narrativas de los diferentes tipos de poder (religioso, político, militar, económico…) que han definido y estructurado nuestro modelo social.
Me interesan todas las formas materiales que caracterizan al libro: formato, tipo de letra, encuadernación…, todos los elementos que sirven para dar la dimensión estética de su representación. Sobre ese marco intervengo con diferentes tipografías que se convierten en protagonistas de un relato conceptual, que definen un nuevo hábitat físico e intelectual.
El vaciado del significado originario del libro facilita una nueva utilidad del significante. La representación mental o conceptual desaparece para posibilitar la construcción de un nuevo significado del signo mítico.
El proceso de apropiación tiene un efecto redentor, al dotar al libro de una nueva representación que adquiere cualidades metafísicas además de físicas. El libro transformado se convierte en un objeto poético que trasciende de su propia materialidad.
Fecha: 12 Ene - 24 Feb 2023