Galería de Arte Juan Manuel Lumbreras

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Miguel Peña

La metafísica en el arte

La metafísica, entendida como parte oscura de la realidad, no dice demasiado, sino demasiado poco para lo que representa para el arte. Si retrocedemos en el tiempo hasta su inicial utilización en la definición de un estilo pictórico, veremos que allí y desde ese instante, la producción plástica se ha enriquecido con un enorme cúmulo de claras imágenes poético-visuales construidas a base de volúmenes geométricos, arquitectónicos, paisajísticos y de otras naturalezas, incluidas las anatomías humana y animal. La palabra, así, pasa del oscurantismo filosófico a ilusionar el arte.

Para asomarnos al relato metafísico -en el arte- es preciso apearnos en el pasaje histórico descrito por los mágicos pinceles de Carlo Carrá y -sobre todo- del sublime Giorgio de Chirico. Allí debemos centrar la búsqueda con formalidad y sustancia, que son condiciones de alto rango en este mundo que vivimos, admitiendo con tolerante sensibilidad que las cosas en el arte no son como son, sino como el artista quiere que sean. 

Admitida esa reflexión tan sencilla como feliz, nos centraremos en el acontecimiento que supuso el paso de futurismo a la pintura metafísica y luego surrealismo, espacios devenidos en Europa en las segunda década de este siglo. A partir de entonces, la pintura tomó un camino diferente, construído desde la realidad transformada, reconsiderada, que pasa a ser escenografía -trampantojo-, respondiendo a un orden edificado sobre ilusiones formales en equilibrio estético. 

En realidad, los tres pasos mencionados son una mirada excluyente sobre el paisaje/argumento lírico -arcaico se puede decir- donde lo más importante entonces era “construir una nueva psicología metafísica de las cosas a través de la pintura” (De Chirico). Con ello se creó un nuevo orden universal heredado de los grandes maestros italianos. Pura transformación estética. Sensibilidad en su grado sumo. 

Parémonos pues a contemplar el color. Presente está toda la armónica sensibilidad de la luz: la finura en el trazo o el -lo decía antes- amago cromático; los semitonos hermanados con las más diversas y depuradas técnicas de cocina; juego y estrategias para conseguir lo que llamamos en la pintura -en el lenguaje clásico- calidades; que son, o sea, brillantes efectos de mano. Así, las técnicas mixtas, tal y como las plantea Miguel Peña sobre cualquiera de los soportes usados (lienzo y papel), son como rima/arpegios logrados gracias a la reacción por vecindad o fusión de técnicas muy diversas.

Esa expresiva riqueza matérica, unida al virtuosismo dibujístico y de diseño/orden del cuadro -tres sólidos pilares en la pintura de Miguel Peña-, suponen un grato placer para la mirada más exquisita. Óleo, témpera, collages, grafito, empaste…en compañía, mezclados, componen un amasijo de virtudes aprendidas a lo largo del tiempo, que dan testimonio de eficacia plástica ante la mirada atónita del espectador. La obra pictórica de Miguel Peña es -en definitiva- un bello espectáculo en el que se funden armónicamente tanto los aspectos clásicos de la representación, como actuales signos de expresión intimista. Resumiendo: en su obra sólo hay espacio para la belleza. 

Miguel Peña o la metafísica en el arte.  Extracto del texto introductorio por Javier Urquijo

Notas de prensa:

«Miguel Peña tiene cierta mezcla de renacentismo y arte actual. Es un artista que hace figura ´metafísica´ y cuya temática es una mezcla de figuras con arquitectura», explica Juan Manuel Lumbreras, responsable de la galería. 

El Correo, 2 de febrero de 1999.

«Miguel Peña, en su discreto y bello alarde metafísico, recupera tanto la necesidad de construir un universo de planos definitorios de estructuras lineales, como busca a través del gesto y del color la constancia de su pasión por la expresividad. 

La obra que aquí se puede contemplar está emparentada, sobre todo, con la de Giorgio de Chirico. Y es la misma influencia es en este caso un alarde de inspiración intelectual, arcaico claro, pero conmovido por la belleza monumental de las pinturas de los grandes maestros italianos, sintetizadas aquí con lenguaje contemporáneo». 

El Mundo, 8 de febrero de 1999, Javier Urquijo

Fecha: 02 Feb - 27 Feb 1999

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