Galería de Arte Juan Manuel Lumbreras

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Emilia Enríquez

Mundo recosido

Bajo la apariencia de un cuerpo frágil y delicado, la artista gallega Emilia Enriquez (Orense, 1972) atesora en su interior una energía y voluntad notables, que decidió poner al servicio del arte desde muy joven.

El trabajo de Enríquez se enmarca dentro del movimiento estético del «arte povera», que se caracteriza por la utilización de materiales baratos, objetos de desecho o sin valor material ni artístico, triviales, inconexos entre sí, alejados de conceptos tales como la belleza, la hermosura o la elegancia, residuos que ensamblados convenientemente, alumbran obras de arte.

Dentro de los distintos caminos que ha transitado este movimiento, Enríquez ha explorado tres de ellos. En un principio, se interesó en la reunión de objetos con fuerte carga simbólica del universo femenino, que agrupaba dentro de cajas de metacrilato, ordenados en composiciones estéticas a modo de collages, como lo hicieran, entre otros, Schwitters, Oppenheim, Beuys, Bolstanski, Rauschenberg, Carmen Calvo o Barcala, en no pocas de sus obras. La artista las tituló Mi otro yo y las definió como «universo de batallas femeninas».

A partir del 2004, utilizó materiales pobres (telas, alfombras, cordelería, fibras, cortinas, paños o vendas) para crear potentes instalaciones compuestas por impactantes esculturas de sus singulares geishas, con las que se dio a conocer en Bilbao en el año 2011. Son obras que en alguna medida nos remiten en sus procedimientos a Burri, a Tapies o a Millares, apartándose de la abstracción y dotándolas de volumen.

Recientemente, Emilia Enríquez ha presentado su nueva serie Mundo recosido, en la que sin apartarse de la utilización de materiales de desecho (palos de cestas navideñas, troncos y cortezas de árboles, lino, cuerdas de cáñamo, nácar o bambú), compone esculturas representativas de las partes esenciales del género humano, despojadas de toda corporeidad, tales como esqueletos, cráneos, cerebros y órganos, que presenta suspendidos de un soporte, como cuerpos ahorcados expuestos a la intemperie, de los que sólo ha sobrevivido  el armazón óseo.

Es un paso más dentro de la propuesta de la artista de ensalzar la belleza de lo feo, el lirismo que encierra «el arte del alma fea», que como proclamaba Nietzsche, es el arte que ha obtenido efectos más poderosos, quien ha quebrado las almas, movido las piedras y convertido a los animales en hombres. Es la estética que hunde sus raíces en pintores como Goya, Solana, Luis Fernández, Pepe Ortega, Barjola, Mateos  o Quirós, e instalaciones emparentadas con nuestros artistas Koldobika Jauregi, Marijose Recalde o Rafa de Diego.

Como representante española del movimiento povera actual, de Emilia Enríquez debemos destacar, la autenticidad de su obra, que le convierte en una creadora singular, y la deriva hacia la faceta artesana que tanto interesó a Louise Bourgeoise, a la que apunta como referente: «No soy lo que soy, soy lo que hago con mis manos».

J.M. Lumbreras

Fecha: 18 Jun - 12 Sept 2014

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Obras

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