Galería de Arte Juan Manuel Lumbreras

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Luis Candaudap

Vestalt

¿Qué pinta?

Lo que pinta el cuadro que recuerdo es un color naciente que trata de deshacerse de la suciedad del blanco y negro. Por eso parece una imagen de periódico coloreada. El color nos conduce hasta una figura nada sorprendente: una calavera! Cómo se puede tener el valor de pintar hoy en serio, sin atisbo de ironía, una calavera? Y si no es una calavera será un ojo o un soldado, figuras igualmente in-interesantes. Una calavera, un soldado o un ojo pintan mal, porque sobre todo significan. Pero los cuadros no deben significar; deben pintar, tener una pinta. Hacer que la calavera pinte y no signifique, es la tarea del color sucio. La pinta que se gana es la de calavera muerta.

¿Qué es una calavera muerta? Es un trozo de marfil asqueroso, el lugar donde el color todavía no se ha emancipado, donde permanece atado a la imagen blanca y negra publicitaria e informativa. Es el punto gris sin el cual el color no tendría apoyo posible para despegar. Aunque haya sido pintada posteriormente, no es el destino del color, sino su cuna. El color no pinta la calavera sino que nace de ella. Está muerta por eso, porque como calavera, como imagen de muerte, ya no tiene sentido; no es el final de la vida sino su origen.

Sabiendo que lo pintado y el acto de pintar tienden a identificarse, esta estratagema podría no ser sino un conjuro para escapar al dominio de la información y sumergirse en el de la experiencia, seguramente experiencia sexual (entre los colores del fondo, y como resto de épocas pasadas, continúan entreviéndose grandes y pequeños penes). Lo consigue? Pues no lo sabemos, tenemos paciencia y el tiempo algo dirá.

Iñaki Imaz. Febrero 2008.

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“Es necesario que lo que es sin lugar sea sujeto a un cuerpo”
(M. Merleau Ponty . El ojo y el espíritu.)

Picasso se quejaba de no tener tema, “las patatas de Van Gogh, ¡ese si que es un tema!”, decía. Para mí el tema es tener una idea en pintura, algo que señalando al mundo intente hacer ver eso que está ahí.

Puede parecer una simpleza decir que se pinta para ver lo que pasa, para ver lo que está pasando. Pero será porque el pintor persigue una idea en pintura, por lo que este llegue a ver lo que pasa. Esto es algo que le lleva todo el tiempo del mundo.

Estos y otros pensares, hacen que estos tres últimos años de pintura, que ahora presento, no vayan a ninguna parte, y se queden en el mismo sitio. Puedo decir que la croma ha visitado mi estudio y se ha puesto a discutir con la forma, sacándome de mis casillas. También que los fragmentos reconocibles de los cuadros se presentan cínicamente como “figuras expiatorias”, conviviendo y confundiéndose con un fondo o con una zona deliberadamente “abstracta”.

Las llamo “figuras expiatorias”, porque “expian” su propio estado como figura, funcionando como una especie de señuelos o comodines (craneo, mano, flecha) susceptibles de entramparse en una deriva de significados. Asimismo serían “cínicas”, en tanto ese supuesto carácter de intercambiabilidad se ve traicionado, en parte, al asociarse a un título.

Respecto a estos últimos, creo que ayudan a eliminar cierta narratividad del cuadro e invitan al que mira a ponerse en práctica como espectador. Los porqués pertenecen a la confusión privada, y de este lado lo privado no importa, al menos no en el sentido que le da la audiencia.

En realidad no hay mucho tiempo en una vida para la pintura. Esto lleva a pensar que, aparentemente, esta no trata ni de enumerar las cosas, ni de averiguar los nombres de Dios. Sin embargo, el hecho de que no podamos dejar de hacerlo, no deja de hacer preguntas a la propia pintura. Pero eso ya es otra historia.

Luis Candaudap. Febrero 2008.

Notas de prensa:

«La obra de Luis Candaudap regresa a la galería Juan Manuel Lumbreras, casi tres años después de ser expuesta en la misma. En aquella ocasión, en este mismo periódico, realizábamos una suerte de comparación en la que proponíamos la metáfora del pirata para ilustrar el trabajo de este pintor. Esto se debía a que, a diferencia de otros creadores, Candaudap afrontaba cada lienzo sin conocimiento previo de a qué puerto le conduciría, se enfrentaba desnudo al reto de cada nuevo cuadro, sin otra meta previa que pintar, que realizar el viaje.

Así, la pintura de Candaudap se presenta ahora menos limitada, menos encorsetada por el uso de una paleta cromática determinada. En el mismo movimiento que amplía sus colores, da lugar en estas últimas obra a otros motivos figurativos que matizan su habitual tendencia al informalismo. 

Finalmente, queremos hacer mención a las acuarelas que en esta ocasión completan la muestra. Son ejercicios pictóricos de la misma naturaleza que los lienzos, pero en formatos muy pequeños, en los que Candaudap parece inaugurar una nueva línea de creación». 

Periódico Bilbao, abril de 2008, Galder Reguera.

Fecha: 25 Mar - 19 Abr 2008

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