Galería de Arte Juan Manuel Lumbreras

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Fernando & Vicente Roscubas

Beber coñac. Temas impenitentes / Koñaka edatea. Damugabeko gaiak

La cabeza es el palacio del hombre, el lugar en el que se desarrolla la voluntad y donde se produce la determinación de los actos. El artista es una especie de rey sol que dispone la movilidad de la libertad creativa. Los hermanos Roscubas tienen el taller en la cabeza y son monarcas de sí mismos. Libres de prejuicios, las manos les responden y su obra crece. No cesan en el empeño pese a que los tiempos no siempre han sido buenos para un trabajo tan al límite, fuera de las normas y las convenciones. […]

La aventura es tan compleja como la percepción que proporcionan los montajes. Emplean gran cantidad de recursos, el caso es no repetir ni cansar, estimular el disfrute y obligar a sintonizar cada trabajo por separado. Convierten la percepción en un zapping continuo que va de la imagen al texto, de lo bi a lo tridimensional, de lo figurativo a lo abstracto, hasta hacer suyos varios espacios estilísticos. Congelan esfuerzos, ligan universos, unen lo complejo de modo simple o manifiestan lo simple con complejidad. Atienden tanto a lo cercano y concreto como se elevan por encima de lo lejano y abstracto, alta o baja cultura. Provocan acertijos, generan un laberinto de sensaciones y patentizan de modo desbordante que todo puede ser posible.

Con humor surreal y cierto toque absurdo, se ocupan de la experiencia del cuerpo y activan la reflexión de la moda, la historia del arte o la presencia de los mass media en la percepción de las cosas. De modo preferente se interesan por el ser humano, y crean múltiples asociaciones y representaciones que obligan a pensar en una experiencia abierta y expansiva. Pueden pasar de reflejar un cuerpo esquemático y lúdico como un monigote a la celebración de la armonía para terminar por dedicar una atención seria y preferente a la cabeza, en pintura o en escultura.

La creación está plagada de retos y el itinerario se presenta diverso. Son solo fragmentos de un discurso interrumpido y variable. No es posible sino la construcción de parodias y meta relatos en un narrar entrecortado que es necesario reconstruir desde el personal imaginario de cada cual. Para Fernando y Vicente Roscubas el arte es la celebración de una reflexión puesta en marcha, el jubilo de una idea que se materializa, el punto final en la transitoriedad de la acción.

En este momento se destaca la coherencia de su obra. Es una coherencia anti natura, que se basa en el estilo de lo sin estilo. Su trayectoria está repleta de pliegues potenciada por la alternancia de trabajar en común o individualmente. Fernando es más impulsivo y gestual, y acomete la obra con pasión impresionista que distorsiona la armonía e introduce la fuerza y la vitalidad del proceso. Vicente trabaja de forma más metódica, arquitecturando los elementos con delicadeza y cuidado extremo, de modo sumamente ordenado y concentrado. […]

Xabier Sáenz de Gorbea. «La vida en el taller» (Fragmento).

Notas de prensa:

«La obra de los Roscubas, que de niños veían a su padre pintar acuarelas y tallar madera, ha seguido caminos poco habituales. A veces han trabajado cada uno por su lado, pero es en el arte a dúo don de se reconocen mejor. Confiesan gustos parecidos —Tapies, Chillida, Gordillo— y dicen que Vicente es el que mejor dibuja, pero Fernando es más pintor, más matérico. Son ordenados y meticulosos. Tardan un año y unos meses en preparar cada exposición, no dejan nada al azar y colocan sus piezas a partir de un plano para que se 

relacionen armónicamente unas con otras». 

Deia, 8 de diciembre de 2000, M.J. Gandariasbeitia

«Los hermanos Roscubas trabajan al margen de modas y estilos, un tipo de propuestas autónomas, críticas, reflexivas y siempre ligadas a las relaciones entre el arte y la vida. 

Porque estos artistas convierten lo anecdótico en una propuesta que elaboran con cuidado y rigor de principio a fin. El resultado es notable. En sus exposiciones nada es arbitrario: orden, disposición y títulos están calculados para que el espectador obtenga los mensajes de unas obras ricas en contenidos e intenciones y, en muchos casos, repletas de sano humor, cuando no de ironía crítica con la realidad social, cultural o estética». 

El Correo, 23 de noviembre de 2000, Alicia Fernández.

«Eterna pareja para el arte, complemento uno del otro, poseen un desbordado instinto creador. Su repertorio llega a ser tan variado que puede confundir al espectador desinformado. Ellos asumen el reto con estoicismo. «Los dos hermanos juntos logramos el equilibrio perfecto a la hora de resolver algunas dudas. La unidad está en los dos…». 

Los Roscubas han experimentado la realidad escenográfica en teatro y como tantos artistas, encontraron en su trayecto problemas de tiempo y espacio. Por eso optaron por enfrentarse y dominar un espacio enorme, como es el escenario de un teatro». 

El Mundo, 2 de diciembre de 2000, Javier Urquijo

«Un año más tarde, los Roscubas presentan sus últimos trabajos en la Galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbao. Como en la ocasión memorable de entonces, también existe la voluntad de exhibir una dilatada variedad temática».

El País, 11 de diciembre de 2000, José Luis Merino.

«Las exposiciones de Roscubas asumen la diversidad, son abundantes en propuestas, materiales, procedimientos y preocupaciones. Realizan un auténtico collage de intenciones y resultados. Tantos cambios no suelen gustar a los adoradores de la uniformidad, cuyos valores tienen que ver con la añeja ley de estilo y la total coherencia de las vanguardias históricas y las neo vanguardias de posguerra».

Deia, 15 de diciembre de 2000, Xabier Sáenz de Gorbea.

Fecha: 22 Nov - 16 Dic 2000

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