Galería de Arte Juan Manuel Lumbreras

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Javier Fernández de Molina

Encuentro en la memoria

[…] Lo que Javier llama almacén supera cualquier calculo. En los bajos de unas viviendas que fueron sucesivamente taller mecánico y club de alterne nocturno, nuestro artista ha preparado un local donde depositar con total garantía de seguridad la copiosa obra que almacena. Dobles tabiques para evitar la humedad, suelos entarimados para impedir el polvo y estanterías hasta el techo para clasificar la obra y aislarla de roedores y parásitos. Ha cientos de cuadros, perfectamente ordenados por formatos en sus estantes, obras sobre papel enmarcadas, carpetas, materiales de trabajo, bastidores, resmas de papel virgen etc.

– Aquí está el trabajo de 30 años de profesión, –me dice–. Tú ya sabes que yo trabajo por series, pero para ordenar mejor la obra la clasifico por tamaños como puedes ver, de modo que aquí nos podemos encontrar en un mismo formato obras con veinte o más años de separación. […]

El artista y yo habíamos acordado centrar la exposición del Espacio Uno sobre la serie “El sueño del colibrí” en la que empezó a trabajar hace tres años y sigue progresando con el tiempo.

– Te voy a enseñar los últimos cuadros de gran formato de los que te hablé.

Javier me lleva hasta obra zona del almacén, bien iluminada por la luz natural en la que hay más estanterías donde se disponen lienzos de gran formato, algunos de cuatro metros de altura. Le ayudo a ir colocando las obras en un lugar preparado al efecto, frente a un sofá desde el que se pueden contemplar con comodidad. Yo no puedo sentarme. Necesito acariciar la piel de las pinturas, acercarme y alejarme de las obras para recibir todas las sensaciones posibles de una primera impresión.

– A ver qué te parece este; es un cuadro muy especial, pero creo que el resultado es muy bueno.

La pregunta no es trivial. El artista sabe mejor que nadie que la creación es cosa de dos, como mínimo. La obra salida de las manos del artista no cobrará autonomía hasta que las miradas de terceros no la juzguen. Es el juicio de otros el que permite que los productos anónimos de los artistas se conviertan en obras de mayor o menor apreciación artística. Javier no es un neófito en esto de ser juzgado. Sus pinturas han recibido encendidos elogios de poetas, críticos y otros artistas. Pero la mirada nueva de su próximo galerista, además de pintor y conocedor del producto artístico que nos toca vivir, le interesan sobre manera.

No son necesarios los juicios empero. La comunicación con el artista es total y mi complicidad con la obra de Javier es patente, de modo que el consenso sobre la obra que vamos a mover a Bilbao fluye con la espontaneidad de quienes hablan el mismo idioma. A la hora y media de haber aterrizado en el almacén estamos de nuevo camino de la Morería […]

Juan Manuel Lumbreras. «Encuentro en la morería.» (Fragmento)

Fecha: 13 Mar - 07 Abr 2001

Obras