Carmelo Ortiz de Elgea
Paisajes de seducción
Paisajes transgredidos.
En estos cuadros de Ortiz de Elgea –como en los de Balerdi, Zumeta o Goenaga– hay siempre una llamada al paisaje, al horizonte en palabras de Viar, manifiesto o virtual, que organiza desde la tela hasta la superficie del cuadro las complejas composiciones fragmentarias de sus obras.
En esa lucha titánica en las que sus armas son la luz y el color, sobre el paisaje que opera como campo de batalla, se fraguan las obras de taller, dominio cotidiano donde se gestan los éxitos y fracasos del artista. Acerca de estos paisajes vulnerados de vocación muralista, Javier Viar nos indica con atino que “no es en la intimidad donde Elgea quiere desarrollar su relato, sino midiéndose con el cosmos, o la intemperie, a una intemperie del tamaño del universo”.
Paisajes figurativos
“Quiero pintar paraísos, ya hay bastantes dramas en este mundo”. La miseria que Carmelo ha palpado en sus viajes por países del tercer mundo, sumada al drama de nuestra tierra, han podido contribuir decisivamente en sus nuevos planteamientos pictóricos.
Estos paisajes figurativos, a diferencia de los de épocas anteriores, tienen un referente mucho más directo a los paisajes tomados del natural. Es bien cierto que tanto unos como otros son obras elaboradas en el taller, pero en los más cercanos, el paisaje está reinterpretado, no transgredido, hay rastros evidentes del “genius loci”; es la pintura que surge del intelecto, mientras que aquella emanaba de las entrañas del artista.
Paisajes seducidos
Estas obras han sido realizadas del natural en estos últimos cuatro años, fruto de los viajes del artista por los montes y playas del Cantábrico, por los desérticos páramos de Almería, por la Amazonía, por distintos países africanos o por cualquier otro rincón al que se asoma el viajero impenitente que es Ortiz de Elgea. Son paisajes seducidos de un seductor de la naturaleza, pinturas que ya no nacen de las tripas ni del cerebro del artista, sino del corazón y se manifiestan a flor de piel, pinturas emocionadas que esperan transmitir al espectador el arrebato con que fueron creadas.
Texto del catálogo por Juan Manuel Lumbreras
Notas de prensa:
«Para Ortiz Elgea cada momento paisajístico géneros unos determinados desarrollos emocionales y plásticos, y es por eso que cada color, cada forma y cada propuesta lumínica, necesita de un particular modo de hacer para que el propio pintor sea fiel a sí mismo.
Ortiz de Elgea es consciente de que es imposible dar una impresión verdadera de lo que le rodea desde un único punto de vista, y sirviéndose de las formas y los colores como poeta de las palabras, reconstruye o bien directamente diluye la materia hasta convertirla en pura expresión pictórica».
El Punto de las Artes, 23 noviembre de 2003.
«Ahora, regresa a las salas del País Vasco y expone en la galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbao un total de 35 trabajos realizados en los últimos cuatro años.
La obra grande presenta el trabajo más elaborado, la transformación de ese paisaje a partir de la realidad y a través de las sensaciones del pintor. “Retrato lo que estoy viendo, pero cuando entro en el estudio lo traduzco, lo transformo, lo reinvento, y ese paisaje se vuelve más dramático, más vital, más oscuro, son sensaciones”, indica el autor.
“Es como buscar mi tripa, desnudarme, sacar el germen de toda esta obra que se ha expuesto antes en Madrid”, señala, porque de los paisajes verdes, ocres y azules que sale a pintar surgen las poderosas pinceladas de las obras características de Ortiz de Elgea».
El País, 19 de noviembre de 2003, M.N.
Fecha: 18 Nov - 13 Dic 2003