Amable Arias
Pinturas y dibujos
Maru Rizo. Guión para un diálogo/soliloquio adaptado de una visita cualquiera al estudio. (Fragmento)
[…] –sssssssssssssss… (Estas eses designan las palabras del –o los– visitadores).
–La obra estética de Amable está condicionada, además de por otras circunstancias, por la penuria económica en la que vivió durante tiempo. Comienza a pintar (su primer óleo es del 56) con 29 años y muere con 56. Durante ese tiempo –27 años con largas épocas sin un estudio para trabajar– Amable pintó 300 óleos, cifra más bien escasa en la vida de un pintor.
–sssssssssssssss…
–También esa penuria, creo yo, le hizo mantener una relación con la pintura muy especial. Así como muchos, quizá la mayoría de los pintores, tienen en su estudio lienzos en blanco que llenan dejándose llevar del momento, Amable, por el contrario, forjaba el cuadro/idea, lo veía y, sólo entonces, compraba una tela “de tanto por tanto”. Eso convertía a cualquiera de esos 300 óleos en algo vital, y traducen de manera muy perceptible ese paralelismo vida/obra.
– sssssssssssssss…, ssssssssssssss…, sssssssssssssss… (es que aquí han hablado mucho y me tocaba escuchar).
–Estos (estiro el brazo, mostrándolos), sus primeros óleos, son paisajes urbanos de Bembibre (Amable nació en Bembibre del Bierzo, comarca minera de León). Desconocedor como autodidacta de las técnicas del óleo, pinta unas obras tan personales como expresivas en las que mezcla a veces el óleo con tierra. Simultanea estas obras con unos cuadros, pintados en Donosti, en los que se ven unas mujeres, casi niñas, de líneas frágiles y filiformes; estás serán sus primeras obras nacidas de la imaginación.
–sssssssssssssss…
–Estos Cristos, sí, son espléndidos. Año 58, época marcada por el gesto, la mancha, la rapidez…, pero Amable, reflexivo, toma otros caminos.
–sssssssssssssss…
–Es una pregunta que siempre os hacéis; yo también. Pero como nunca se lo pregunté a Amable, tengo que responderme yo misma. Efectivamente, él había abandonado para entonces toda idea religiosa y sin embargo pinta unos Cristos. Pienso, otros interpretan el hecho de distinta manera, que apuntan la desdeificación –no estoy segura de que figure en el diccionario– de Jesús, y Amable se sirve de su figura para subrayar –a través de su sola personalidad humana– el sufrimiento(1). De una pintura cercana en pincelada y también casi monocromos son los retratos: Aizpitartes, su tío el cura, autorretratos…
–sssssssssssssss…
–Los cartones, Amable los tenía en gran estima, están pintados en Bembibre. Este soporte de cajas viejas “para tirar”, le sirve para pintar con materiales propios de las minas: minio e islan (residuo de carbón) que mezcla con óleo negro. Verdadero “arte povera”, tan lejos del arte pobre vendido como cara mercancía, según me viene a la memoria un retazo de un poema de su libro “La mano muerta”, creo. […]
Maru Rizo Castejón. 2008. Donostia. (Fragmento del texto del catálogo de la exposición.)
Notas de prensa:
«En la exposición hay obras de diferentes etapas fechadas entre los comienzos en los años 50 y la década de los 80. Están los diez trabajos más pobres. Apenas unos cartones rotos le sirven de soporte para anunciar expresivos ruidos, trozos de una mirada a lo decadente y frágil. Y también están los diecinueve y deliciosos dibujos del sótano. Un universo esquemático, de tonos planos y líneas concretas sobre fondos uniformes.
Hablan de sensibilidades delicuescentes, de lo visible y sobre todo de lo no visible. El pulso interior de una aventura humana y plástica. No solo por el calado de su obra, Amable Arias está bien vivo. Es un creador que hay que catalogar como fundamental. Frente al artista fuerte y energético, está el sensible, delicado, sutil, íntimo y exquisito. Todo ello y mucho más, reúne el latido de su obra».
Deia, 5 de octubre de 2008, Xabier Sáenz de Gorbea.
«La obra de Amable Arias actúa como un poderoso imán que emite una atracción imposible de repeler por sus numerosos registros, la libertad, inocencia y profundidad que transmite. Sorprenden las obras tempranas de 1958, que muestran el gesto rápido de pincelada corta, insistiendo sobre las superficies hasta lograr una armonía casi monocroma en la que inscribe la figura».
ABC, octubre de 2008, Alicia Fernández.
«Su pintura, que oscilaba entre la figuración y la abstracción, definió un camino alternativo donde la materia plástica era modulada con una exquisitez absolutamente inusual en el panorama de su tiempo.
Aunque en su obra tenga la fuerza del expresionismo, hay en su pintura un pálpito íntimo, poético y sutil. De hecho, en las pinturas y dibujos de diferentes etapas de su trayectoria que podemos contemplar en esta exposición, apreciamos un constante interés por la reducción de elementos, es decir, por una depuración meditada que consigue decir lo máximo con lo mínimo».
El Punto de las Artes, octubre de 2008.
Fecha: 23 Sep - 25 Oct 2008