Alejandro Quincoces
Silencios
Durante la última etapa, de varios años de duración, Alejandro Quincoces ha plasmado en su pintura buena parte de las catástrofes naturales y actividades desarrolladas por el hombre que están asolando el planeta, sin que nadie parezca interesado en poner freno a semejantes atentados contra la humanidad. Sus obras han testificado y denunciado los perniciosos efectos de grandes incendios provocados y de los vertidos tóxicos, los tsunamis y desertizaciones frutos del calentamiento global, los horrores de las guerras, las devastaciones producidas por la lluvia ácida y por los accidentes nucleares, y otros cataclismos que dejan tras de sí paisajes desolados y huellas de sufrimiento irreparable.
Esta temática catastrofista ha gestado, en óleos y grafitos de formatos colosales, parte de las obras más expresivas y contundentes del artista, en las que ha desplegado toda una sinfonía de colores de tonalidades frías, acorde con los asuntos de los cuadros, que abarca desde los negros violentos hasta los grises matizados, que desembocan en los blancos puros del papel o del lienzo.
Un par de viajes recientes a Nueva York y Chicago parecen haber devuelto al bilbaíno a sus admiradas visiones urbanas, representaciones panorámicas de estas dos ciudades que se extienden hasta fundirse con el horizonte. Estas nuevas obras de Quincoces suponen un renacimiento de su cromatismo cálido de antaño, con exquisitos rosas de amanecer o sensuales naranjas crepusculares, que iluminan estos escenarios para definir avenidas, calles y edificaciones, donde palpita el pulso de la gran ciudad. La falta de vida, empero, la ausencia de habitantes en sus cuadros, son una muestra más de la preocupación del artista por el ser humano, condenado a una trágica existencia en medio de una multitud que guarda silencio ante los acontecimientos que la oprimen y destruyen.
Notas de prensa:
«Alejandro Quincoces expone en la galería Juan Manuel Lumbreras el resultado pictórico de dos recientes viajes a Nueva York y Chicago, junto a algunos otros cuadros de localización más cercana. Se diría que su estancia en las dos mecas de la arquitectura moderna ha reavivado su capacidad para saber percibir y plasmar el aura poética de la ciudad contemporánea.
Al contrario, uno contempla los óleos de Quincoces y se diría ante los frescos desenterrados de una Pompeya futura donde los paisajes contemporáneos hayan alcanzado el poso avejentado del olvido. De ahí procede la melancólica belleza de estas obras: son vislumbres poéticos de una vida post-urbana, anticipaciones del fin de la ciudad.
En sus cuadros no se transmiten tanto los espacios de la ciudad, como sus tiempos: el resplandor apenas anunciado de un nuevo día, la gélida bruma del invierno, la luminosidad sublime de las tormentas. En estos cuadros nos vemos a nosotros mismos perteneciendo a un pasado lejano».
Periódico Bilbao, octubre de 2013, Jaime Cuenca Amigo.
Fecha: 18 Sept - 30 Oct 2013
