Ángel Mateo Charris
Pictionary Island
Según Wikipedia, Mr. Angel inventó el Pictionary en 1985. Aunque lo de inventar es mucho decir, porque dibujar algo en una pizarra y que los demás intenten adivinar de qué se trata es como lo de aquellos que patentaban el botijo y las esparteñas, algo que no por legal deja de ser un tanto insultante. En esta época todo tiene que tener un código y un número de referencia, un precio y unos derechos de propiedad –las imágenes, las ideas, las palabras, la gente, los lugares– aunque como nos enseñó el pato Donald en el País de las Matemágicas, las cosas están allí mucho antes de que alguien venga a echarles el guante, o su firma –las matemáticas, la música, la geometría, la danza– aunque la insoportable vanidad del género humano parezca olvidarlo en todo momento.
También lo están las imágenes, esas que los artistas nos esforzamos en capturar, en trazar en un papel o en un lienzo y enseñar a nuestros semejantes para que intenten saber de qué va la cosa: puro juego y Pictionary. A mí me interesan las imágenes que piensan, que diría Benjamin, y que se cruzan en esas zonas límite entre universos paralelos, donde las cosas están y no están al mismo tiempo, como en esas burbujas de curvatura espaciotemporal de las que hablan algunos científicos, zonas Fringe: Pictionary Island.
No es fácil hacerse con uno de estos trofeos para nuestra galería de caza, exige estar muy atento y perderse en un mundo de imágenes insustanciales hasta encontrar una que merezca ser capturada.
Me gusta como lo cuenta Tom Waits: cómo se sienta al piano con la ventana abierta y espera a que por ahí entren cosas y decidan quedarse. Y cómo, para atrapar una canción, hay que pensar como ellas y hacer de uno mismo un lugar lo suficientemente interesante como para que se posen los pájaros y los insectos.
Si dejamos la ventana abierta y cambiamos el piano por una tela y pintura puede que acabemos con unas cuantas imágenes que hablan, que cantan, que se ríen o que susurran, y sumándolas todas casi tendremos una carta geográfica, un plano completo de esta Isla del Pictionario, un territorio lleno de preguntas, desafíos y juego.
Una imagen no siempre vale más que mil palabras. De algunas no hay nada que decir y de otras no nos cansaríamos de hablar. Pero casi todas dan para alguna, así que he pedido a algunos escritores generosos a que jueguen conmigo a nombrar los territorios de esta terra incognita. Sin datos previos, sin tamaño ni referentes, sólo una palabra con la que titular la pieza, y un texto que aluda a ese título, no necesariamente a la obra. Y así han aparecido estos aforismos, poemas, pequeños textos, ahora a su vez prestos a ser transformados en imágenes, sonidos, colores, más palabras… trenzando una tela de araña, frágil pero resistente, entre las palabras, las imágenes y las emociones.
Charris.
Fecha: 22 Jun - 22 Sept 2017