Simon Edmondson
Disparidades y Discrepancias
He titulado mis últimos cuadros “Disparidades” o “Discrepancias”. El mundo de los ideales o las “Utopías” es para mí como un libro cerrado. Me da la impresión de que vivimos en un tiempo en que es posible concebir que el mundo va mal. Ya no es un mundo ideal. La realidad vital presenta una amplia disparidad y mi comprensión de la misma no puede circunscribirse a la adaptación de un punto de vista estable, porque desde ese punto de vista sentiría aún más agudamente que desde cualquier otro extremo la consciencia de existir. Nuestra realidad interior y nuestra realidad exterior están encadenadas, como en una carrera “a tres pies” una entorpeciendo a la otra cada vez que empezamos a realizar un pequeño avance. Como escribió Emily Dickinson:
De la consciencia, su horrible compañera
El alma no puede librarse
Si deben funcionar como metáforas o símbolos de esta relación, mis cuadros han de operar de forma bilateral. Ambos extremos, coexistiendo en un mismo cuadro, como vislumbre de un instante fugaz en el que una presencia se cierne inexplicablemente sobre la otra, se contrastan en el seno del mundo propio de los cuadros. Experimento la influencia de aquellas obras maestras de la pintura que han logrado captar, con toda intensidad, la esencia, o ese momento “in extremis” que encontramos en las imágenes de las “metamorfosis” que pintó Tiziano o en las presencias congeladas pero vivas de la gran retratística (Velázquez). En estos ejemplos, el “ser” momentáneo y crucial trasvasado, al margen del tiempo cuantificable, a una imagen de significación duradera.
La pintura es un procedimiento capaz de realizar ese trasvase, a pesar de que no se haya conseguido muchas veces. Ya en las cualidades de fluidez y de “inacabado” propias de la pintura existen metáforas de la transfiguración. Incluso me aferro a la idea (romántica) de que, en la actualidad, la pintura posee un valor particular que reside precisamente en su “atecnología”. El hombre no ha evolucionado al ritmo de la tecnología que ha creado, y aunque existen inmensas posibilidades futuras, la mera posibilidad no equivale a una validación. La tecnología no proporciona sentido a nuestra existencia (de hecho, nos hace en ocasiones sentirnos inútiles).
La importancia última de la pintura reside en su plasticidad, en su abanico de variabilidad, capaz de seguir de cerca y de forma expresiva la intuición del artista; e incluso también de manera inconsciente, lo que sería imposible con un material que careciera de propiedades orgánicas.
Mis nuevos cuadros son de alguna forma realistas, porque en mi percepción de la realidad acepto una mayor proporción de “desconocimientos” que de “conocimientos”. La realidad es de hecho el mayor misterio. Toda mi capacidad de creer se reduce a la existencia de la discrepancia entre los dos extremos: aquello que creemos saber y aquello que no podemos entender pero cuya presencia tal vez reconocemos. La reunión de esos dos elementos contrastantes pintada en una imagen que, espero, refleja la realidad.
Simon Edmondson
Madrid, abril de 1998
Fecha: 28 Abr - 16 May 1998