Galería de Arte Juan Manuel Lumbreras

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Patricia H. Azcárate

Vapor de los silencios

En una sociedad basada en la comunicación y el espectáculo, la mirada se tensa hacia la avidez, hacia la captación de estímulos cada vez más diversos y dispersos, y el ejercicio de la contemplación resulta cada vez más excepcional, debido a su escasez más que por su intensidad. 

El fluir constante de imágenes, palabras, discursos, conversaciones, anuncios estáticos o en movimiento, a menudo luminosos, convierte a nuestra realidad cotidiana en un ensordecedor barullo caótico, en el que no hay descanso. La pantalla de ordenador o de televisor se han convertido en prótesis visuales de una comunicación en la que la intensidad se ha contraído hasta reducirse y la acumulación de estímulos conduce a una anestesia perceptiva.

La pintura en esta vorágine visual cumple sobre todo una función de  espacio de silencio, de detención interior y de reflexión. Los géneros literarios pueden servir como metáfora para explicar ciertas actitudes que se manifiestan desde la pintura. Así, frente a la novela y la narración, géneros que pueden ser más afines a la instalación, el video o la fotografía, la pintura se instala en el tratado de carácter filosófico, el testimonio personal, recuerdos o memorias, y en la poesía. Nunca como ahora la sensibilidad de la pintura ha estado tan cerca de procesos ascéticos e incluso místicos, para situar en una plano visual una reflexión sobre la percepción. 

Frente a la cascada de imágenes documentales y publicitarias la pintura es un paréntesis en el que se considera la contemplación y una vivencia del tiempo diferente.

La pintura de Patricia H. Azcárate se ha formado desde una visión lírica de la abstracción, y ha ido desarrollándose en la atención hacia los matices y las gradaciones elementales y sutiles. En las telas de grandes dimensiones de hace algunos años, el espacio pictórico se expandía desde el color con un impulso y una energía lírica cercana a las referencias de una cierta épica romántica, en la que lo poético estaba siempre presente.  

La pintura se impone como un espacio de silencio, en el que es posible percibir las emociones más interiores y construye un refugio para el reposo, la calma, la inmovilidad y finalmente la meditación. 

Lugares de meditación.  Extracto del texto introductorio por Santiago B. Olmo

Notas de prensa:

«Pero en esta muestra, que además es su presentación en Bilbao, Patricia Azcárate propone un cambio respecto a sus trabajos anteriores; una ruptura. 

A la vez, su pintura actual ha sido sometida a un método constructivo basado en la fragmentación y en el orden de las partes que favorece el resultado final; aunque esta fragmentación venga impuesta por la utilización de nuevos soportes y materiales, como las placas de cerámica y maderas. También, el empleo del papel de arroz, la tinta china o el pan de oro. 

De esta forma, Patricia Azcárate define mejor sus intenciones e incide en esa manera suya de trabajar, siempre medida por la reflexión y por la continua experimentación del medio pictórico». 

ABC Cultural, 21 de enero de 1999, Alicia Fernández.

«Pero, en este trabajo es muy importante hacer notar la buena cocina usada. Las tintas chinas —base expresiva y argumental del discurso—, flotan sobre finos papeles que luego son encolados sobre el soporte rígido. 

Así amanece un lenguaje pictórico que no resiste al juego espacial, constructivista, al mismo tiempo que recuerda las viejas expresiones de las no menos ancianas vanguardias».

El Mundo, 17 de enero de 1999, Javier Urquijo

Fecha: 12 Ene - 30 Ene 1999

Obras