Melquiades Álvarez
Por los campos del tiempo
«[…] Me reafirmo en lo que te dije con respecto a lo estimulante que me resulta esta forma de trabajar, al tiempo que creo no buscar en ello el truco o efectismo que despierte una sonrisa fácil o una admiración al ingenio. Sin embargo, tampoco lo desdeño, pues soy consciente de todo el ilusionismo en el que se asienta la pintura, especialmente la figurativa. El que sepamos que estamos viendo pigmentos adheridos a un soporte no nos impide adentrarnos y soñar con realidades virtuales, con mundos, atmósferas e iconografías que pueden contener, en los mejores casos, una elevada poesía. Eso quisiera hacer siempre, y apoyarme en los medios que me ayuden a materializar lo que quiero: desde los tradicionales que,como dices, en mi caso funcionan, hasta las exploraciones por las que nos dejemos seducir, aunque sean espejismos vacuos o retos a los que no podemos llegar.
Por otra parte, la actividad artística es rica en el empleo de recursos plásticos además de la pintura sobre soporte plano, aunque posiblemente esta sea la mas completa y autónoma. Pero, como sabes, desde los primeros pintores, que buscaban aquellas formas cavernarias para recrear la realidad, la inventiva ha sido abundante y muy efectiva en algunos casos.
Yo pienso que en mis nuevos trabajos hay un poco mas de energía visual, y es por ahí, por lo visual, por donde pueden llamar o atraer. Si después vemos cómo están hechas, quizás nos haga gracia el asunto. También podemos apreciar otras calidades estéticas ahí presentes, y quizá vayamos más lejos en alguna interpretación al sentido que tengan esas zonas ahuecadas, pero esto, más que al discurso del autor que podría interpretarse como ¿qué nos quiso decir? corresponde al espectador, pues esa es mi experiencia como tal cuando el mensaje subyacente mantiene viva mi experiencia de una obra pictórica, musical o poética. Creo que la vida de una obra depende de un cierto grado de misterio o de ambigüedad de su sentido. Una de las primeras interpretaciones escritas de mis trabajos corresponde a Juan Carlos Gea, y se titula Ausencias reales. Es un artículo producto de una conversación parecida a esta.
Viendo de nuevo mis trabajos, observo con más conciencia que hay dos maneras de emplear los ahuecados, o lo que Gea llama ausencias reales. En unas hay ausencia de materia para crear zonas de sombra, unas sombras que se intensifican notablemente con respecto a las simplemente pintadas y le dan a la obra más fuerza, pero ese ahuecamiento, esa desmaterialización parcial de la obra coincide con mi percepción de la realidad, donde algunas partes cogen mucho relieve mental, como el cielo por ejemplo, y otras desaparecen en detalle pero permanecen como forma. Pongamos como ejemplo la gente que pasa. Al pasar dibujan su silueta, pero inmediatamente ya no están. Si yo considero excavar esa silueta en la madera, la retendré como forma, pero al estar vacía estará aludiendo al carácter pasajero y efímero de nuestra presencia en el espacio, en la vida. Me acuerdo a menudo de mi madre, y es como una de esas siluetas: ya no está, es una imagen espiritual, materialmente hueca. En uno de los pequeños nocturnos que tenía en el estudio cuando estuviste, frente a una casa, había un gran árbol denso, una masa que le daba al tema cierto misterio o dramatismo. Yo lo hice ahuecado, sin masa, solamente respaldado por ese fondo indefinido, una imagen fantasmal. Ahora lo han talado, como si mi cuadro fuese una premonición, el adelanto de su futuro cercano. Ahora mismo, el tema ha perdido mucho, no me atraería para pintarlo. […]»
Fragmento del texto de Melquiades Álvarez: Carta a Juan Manuel Lumbreras.
Fecha: 18 Feb - 16 May 2015