Mari Puri Herrero
Pintura y Escultura
En los territorios de Mari Puri Herrero. Texto de Cristina Gutierrez-Cortines
Uno de los rasgos característicos de la trayectoria artística de Mari Puri Herrero es la proximidad entre su obra y su personalidad, ya que pocos creadores han conseguido una identidad tan grande entre su talante y manera de concebir el mundo, y su producción artística. Los que la conocemos de mucho tiempo, sabemos que el conjunto de los trabajos salidos de sus manos son un relato plástico, donde ha ido reflejando los pensamientos y sentimientos más profundos, su idea del mundo y la interpretación de aquello que discurría ante sus ojos. Pero, sobre todo, ha sabido recoger los comportamientos individuales y colectivos, las huellas alojadas en lo más profundo de la memoria y los fenómenos que, por ser universales, sólo pueden emerger a través de un lenguaje literario o artístico. El resultado es una excelente obra plástica, enmarcada por un aurea, donde conviven la ingenuidad con lo trascendente, lo concreto con el misterio y algo más que envuelve a todos los que se aproximan a su obra o se acercan a ella.
La evolución estilística se ha fundamentado en el desarrollo y la consolidación de unas cualidades muy precisas, entre las que habría que destacar la extraordinaria habilidad para el dibujo y el equilibrio expresivo de sus composiciones, pero sobre todo se debe reconocer la imaginación para crear un personalísimo repertorio iconográfico, el efecto intenso conseguido a partir del dominio de los instrumentos formales y la habilidad para crear un arte fronterizo siempre, en el que los contenidos y los elementos plásticos funcionan con ritmos superpuestos, al unísono y sin fracturas.
Si hubiera que encuadrar la producción artística de Mari Puri en una corriente artística, es evidente que, tal y como han indicado muchos críticos, a partir del juicio de Fernando Huici, estaría más cerca del simbolismo, debido precisamente al valor y significado atribuidos a los colores y la materia, así como a su capacidad para traducir lo real a lenguajes varios. Sin embargo, a pesar de ser cierto que en su obra los colores y la materia, así como a su capacidad para traducir lo real a lenguajes varios. Sin embargo, a pesar de ser cierto que en su obra los colores adquieren el significado y la potencia expresiva que tanto interesó a los simbolistas habría que matizar este juicio, indicando que, a pesar de reflejar ideas y de tener una capacidad extraordinaria para adentrarse en el terreno de los símbolos, con frecuencia se distancia de esta corriente y parte de un naturalismo más directo. Además, series enteras de su producción son traducciones de una realidad inconfundible, resultado de una percepción directa del mundo, que ella reelabora en su interior dando lugar a una síntesis cargada de contenido. La figura majestuosa del cocinero o las que pasean silenciosas por sus bosques son seres tangibles, recuperados de una sociedad anónima y remota, pero real hasta el dramatismo.
Siempre he creído que Mari Puri, al crear sus paisajes o arquetipos, funciona como una médium, interprete excepcional que a través de las imágenes recupera para nosotros vidas y escenarios perdidos, unas veces olvidados detrás de la memoria y otros encerrados bajo el muro de la razón y la lógica de la física. Juicio cierto porque casi todos sus grandes logros iconográficos tuvieron su origen en un sueño, en adivinaciones de mundo secretos que los demás no podemos percibir, o en la resurrección para el arte de acontecimientos reales que nosotros llamamos hechos. El lector, por ejemplo, es fruto de un recuerdo revelado, del mismo modo que Visión es el traslado de otra imagen capturada al sistema donde nuestro inconsciente convive con lo sobrenatural.
Notas de prensa:
«Ahora hay, además, otras ideas de nuevo cuño, basadas en las posibilidades escénicas que aportan, en principio, una forma diferente de dirigir y proyectar con precisión la luz sobre las imágenes, el ritmo ambiental y la presencia de nuevos elementos implícitos en el entramado escenográfico, como la aparición de elemento en vuelo, ingrávidos (diminutos puntos), no descritos hasta ahora dentro del espacio ambiental por donde espira el cuadro.
Una breve, pero interesante colección de esculturas de pequeño tamaño basadas en la iconografía extraída de su particular ideario, realizadas en barro pigmentado o fundidas en borne, redondean la colección de pinturas que, colgada en sala, está compuesta por 14 óleos de muy diversos tamaños, de los cuales uno está realizado sobre papel y el resto sobre lienzo. En el espacio interior se pueden admirar varias piezas actuales y de anteriores etapas».
El Mundo, 14 de marzo de 1997, Javier Urquijo.
«… Uno siente la inmensidad desde esa perspectiva humana que sale del marco considerado real; de ahí su naturalismo al referenciar sitios y sujetos de claras referencias, pero configurados desde una intención simbolista de proyección y representación; metamorfosea conceptos y crea arquetipos que apuntan razones y sinrazones.
… Y lo hace aportando capítulos nuevos, tejidos con dibujo de situación o modelando —ahora que presenta esculturas— con dedos sensibles, una materia que amolda y eleva a categoría. Tierra mojada, cocida, pintada, aventada con soplo vivificador para que sea expresión de inquietudes».
El Punto de las Artes, 14 al 20 de marzo de 1997
«Siempre atenta, Mari Puri manifiesta su interés por «la intriga, el enigma de lo cotidiano y la inquietud que produce el hallazgo inesperado de algo que siempre ha estado ahí, pero que de pronto descubres». Todo esto está presente en los óleos y esculturas expuestos donde reúne los pasos sucesivos de su aventura personal. Desde el cocinero a sus personajes lectores; Cabecita pájaros, paisajes y visones; El bosque de noche y los árboles.
Todo ello resume un canto gozoso al hombre y a la naturaleza surcada por los remolinos ascendentes del viento, por los reflejos de luces plateadas y violetas; es un universo representado con el garbo de la pincelada abierta y la superposición de capas que permiten conocer los pasos de su pintura, hacia adentro, hasta el lienzo desnudo donde tiene lugar el principio del acto creativo».
El Correo, 6 de marzo de 1997, A.F.
«Cuenta que Mari Puri Herrero, ahora que se estrena oficialmente como escultora, que son los materiales los que le han ido marcando el camino hasta conducirle al punto artístico en el que se encuentra. Lo que en el principio se plasmó en el dibujo, después en la pintura y más tarde en el grabado, ha desembocado finalmente en una nueva faceta que hace más multidisciplinar a esta artista vizcaína, observador e inquieta, como los personajes que pueblan sus universos fantásticos.
Se mantiene el repertorio clásico de temas de esta artista, cuya obra se diversifica y multiplica entre esos personajes sin nombre y a menudo sin cara, que caminan en una atmósfera extraña, entre los árboles, a orillas de la ría, a veces agitados por el viento o perseguidos por la tormenta. El mundo personal de Mari Puri Herrero vuelve a sorprender desde los enigmas que encierran sus personajes y desde la gama de tonalidades que vibra en su pintura».
Deia, 28 de febrero, de 1997, M.J. Gandariasbeitia.
«Lo más novedoso de la exposición es, sin duda, la presencia de varias esculturas; se trata del final de un largo proceso de exploración de técnicas y géneros. Ha sido precisamente ese enfrentamiento con los materiales y las técnicas lo que en su obra ha supuesto un factor de avance y exploración de lenguajes nuevos.
Sus esculturas no abandonan, sin embargo, el mundo que crea en sus pinturas, sí que suponen más bien una prolongación en tres dimensiones de los mismos elementos y personajes empleados. Reflejan también el mismo empeño en fusionar elementos de la naturaleza y de la vida para dar a luz seres metamórficos dotados del mismo carácter enigmático que expresa su pintura.
Son figuras que, de la misma forma que en los cuadros, se resisten a compartir el espacio y tienden a la fusión en el contexto, se recrean en sí mismas y consolidan, en la propia interacción de sus elementos, una pluralidad de contenidos que transmiten un sentido de trascendencia, ensueño y misterio».
Vivir Aquí, 5 de marzo de 1997, José Luis Villacorta.
Fecha: 25 Feb - 15 May 1997