Galería de Arte Juan Manuel Lumbreras

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Julia Hidalgo

Pinturas y collages

La famosa globalización nos ha llevado no al entendimiento universal, sino a la universalización de las marcas, sean de lo que fueren y vengan de donde vinieren. En arte, lo mismo, es muy difícil identificar la procedencia de esta u otra expresión plástica y aunque eso no la haga ni mejor ni peor, perturba, confunde, niega lo originario e implica una renuncia.

Se agradece que una obra nos diga de dónde es, que muestre la entidad del contexto del que emerge y que germina. Además, sólo desde la particularidad se puede universalizar, no existe el proceso contrario, porque de existir no sería proceso, sería simple copia o plagio.

En la monografía editada por CajaSur, 2001, colec. Galería de Arte, “Julia Hidalgo”, escribe la pintora, pág. 5: “Se inicia la música. De fondo surge la forma. Deseo hablar del tiempo inexistente oxidado por el color, de la ausencia asediada por la materia, del mundo de las emociones, a zarpazos, a besos…”.

Una pintura sonámbula, que se ha despertado en pleno juego con el subconsciente. Las formas, cada vez más, tienden a ausentarse, dejando espacios abiertos, convocando la luz; una pintura que busca la emoción, más allá de la definición y del orden; que ansía el movimiento, demasiarse como un tropel de centauros que ni quiere ni puede frenarse, abstractizándose.

Ahora, desde hace algún tiempo, no sabemos hasta cuándo, se prefiere la información al pensamiento, eso quiere decir que se ha dejado de pensar, de dibujar, de investigar y que estamos en manos de la ocurrencia, de la boutade, de las supuestas ideas geniales, cuyo desarrollo necesita un manual de explicación, de la fotografía para todo. Pero el arte, la poesía no se hace con ideas. Como si fuere una plaga que reincide, algunos dice temerosos que la pintura vuelve, la pintura no se ha ido nunca, está ahí, aquí la vemos, con todas sus heridas y sus venturas, con su evidencia y su clausura, con su color y su sentido perenne de la duda.

“Ser moderno es ir hacia nuestras raíces”, sentencia Paz, el gran poeta y ensayista mexicano. Y ese es el mayor acierto de la pintura de Julia Hidalgo, que ahonda en su ser, en su tierra, en su tradición; que busca la dimensión donde ésta debe hallarse, en sí misma; sabiendo que la presencia nunca está fuera de nosotros, sino en nosotros, que somos los que la generamos, cuando eso sucede.

Hay preparación de las tablas o los lienzos, hay dibujo, hay hambre de identificar, no la línea, sino el espacio ocupado y el orientado. El óleo, se adensa o adelgaza hasta aparecer acuarelado, en celajes, en cortinas de luz o de distancia.

“…dormida en el rumor de la corriente”, esta pintura fluye, sigilosa se empina sobre sí misma y respira y permite que el espectador se adentre en su territorio, que es particular, pero que trasciende. Una pintura en la que “un arcángel destella luz alada”.

Tomás Paredes. «…Un arcángel destella luz alada».

Fecha: 05 Abr - 30 Abr 2005

Obras