Carmen Márquez
Pintura
El realismo mágico de Carmen Márquez. Texto de Enrique Valdivielso
Cuando el talento femenino se manifiesta en la práctica de la pintura es frecuente poder afirmar que produce un arte imbuido en altas cotas de sensibilidad junto con sutiles manifestaciones de delicadeza y exquisitez. En el caso de Carmen Márquez dicha afirmación se asevera rotundamente ya que su talento se ve acompañado de una técnica depurada que se revela con especial fortuna en las composiciones realizadas a la acuarela, difícil modalidad técnica en la que con tenue trazo y leve cromatismo obtiene sugerentes efectos.
Buena prueba de lo antes señalado lo encontramos en el amplio repertorio de bodegones que forman parte de esta exposición. Emanan de ellos elegantes ritmos compositivos que permiten una convivencia armoniosa y concertada de las formas. Esta cordialidad estética aparece presidida por fondos difuminados y evanescentes sobre cuya incierta nebulosa emergen las sencillas formas de objetos que de por sí poseen armonía formal, Carmen Márquez utiliza intuitivamente elementos de fisionomía más ordinaria, alternando sutiles flores, como el nardo y el jazmín, con prosaicas panochas de maíz o vulgares manojos de nabos cuya rustica apariencia se enaltece y dignifica merced a un magnifico tratamiento en sus calidades y texturas.
Y en un “más difícil todavía” Carmen Márquez se atreve con indudable fortuna a introducir en sus bodegones elementos de aparente fealdad que pertenecen a un mundo degradado y desprovisto de dignidad formal. Son objetos que forman parte de la ínfima categoría de la mecánica, viejas piezas de motor, carburadores, generadores o dinamos. Y sin embargo con estos desechos de apariencia antiestética no sólo es capaz de engendrar una melancolía e intima poética, sino que alcanza una insólita belleza a través de esas piezas de desecho con sus superficies del hierro y de la chapa. En ambos temas su habilidad técnica sale triunfante y en todo caso nos admira más la belleza de lo humilde que la hermosura de lo refinado.
Completa Carmen Márquez su exposición con un admirable grupo de desnudos femeninos al óleo y al pastel, en los que encontramos un revelador hallazgo de sentimientos y emociones ya que se trata de la figura de la mujer vista por la mujer. Y por ello no nos ofrece una exhibición de cuerpos gloriosos ni un ritual expositivo de atractivas formas, sino un estudio de anatomías portadoras de un orden moral reflexivo y grave. Son desnudos resueltos con dignidad y trascendencia en los que la técnica solvente y la solidaridad con la condición femenina se aúnan de forma armoniosa.
Fecha: Ene - Feb 1996