Antón Hurtado
Pintura
La ordenada poética de Antón Hurtado. Texto de Txema Esparta
Fue precisamente en este mismo espacio, y por circunstancias que no vienen ahora al caso, en el que se produjo mi primera aproximación a la obra de Antón Hurtado. De esto hace unos tres años.
Descubrí así a un pintor que desarrollaba entonces una obra que podía inscribirse en el espíritu de aquella generación que inicia la renovación de la plástica española en los difíciles años de la posguerra y que viene a conocerse como Tercera Escuela de Madrid. Este parentesco, quizá especialmente personificado en la figura de Agustín Redondela, ya se ha señalado con anterioridad y la atribución entiendo que es adecuada.
En ese momento, aunque los cuadros de Hurtado fuesen menos matéricos que aquellos que habían surgido de la Escuela de Vallecas, hay más de una coincidencia.
En primer lugar, coincidencia en la temática. A pesar de lo variado de la misma, las visiones que Hurtado nos brinda de Pedraza, de Ávila , de Toledo, etc., vienen a compartir una idéntica veneración por la belleza descarnada de Castilla.
En segundo lugar, coincidencia también en la actitud con la cual aborda dicho tema y que representa una aproximación al paisaje de intensa calidad emotiva. En una palabra, de mayor hondura.
Y coincidencia, por último, en la utilización de una serie de recursos formales y expresivos ya esgrimidos con anterioridad por los Francisco Arias, Alvaro Delgado, Cirilo Martínez Novillo, San José, Beulas, etc. Estoy hablando, en síntesis, de ordenaciones compositivas enérgicas y de búsqueda del máximo vigor expresivo en el empleo del color.
A partir de ahí, Antón Hurtado ha ido evolucionando en la dirección más deseable. Siempre he pensado que el arte es más cosa de quitar que de poner y, en ese sentido, su pintura ha evitado con acierto la tentación tan frecuentemente insalvable de la retorica y se ha ido despojando de elementos innecesarios llegando, en ocasiones, a rozar una estética informal. Sus visiones de Gujuli, de los mallos de Riglos o algunos paisajes industriales de nuestra Ría, dan buena fe de ello.
Pero al mismo tiempo que su paleta se ha ido simplificando hasta instalarse casi exclusivamente en un sobrio abanico de ocres, la cada vez más sutil referencia a la realidad se apoya en un andamiaje compositivo concebido como una tupida organización reticular que viene a sostener el juego de matices cromáticos.
Pero no estamos hablando de voluntad constructiva o analítica. Hablamos de un orden interior, casi musical, alejado de la frialdad propia de toda operación calculada, porque la imagen de Hurtado es una imagen humanizada que surge desde lo más profundo del subjetivo territorio de la emoción.
Con todo, no podemos menos que concluir que la obra de Hurtado es, ante todo, una obra armónica. En la que composición, materia y color se conjugan con coherencia para producir esa imagen serena a la que ya nos hemos referido.
Entre todos estos aspectos hay una relación honda y delicada. El dibujo nos “explica” si lo despojamos de todo lo demás, el paisaje que poco a poco va a tomar cuerpo a través del color. Este es administrado de manera exquisita en forma de manchas o espatulazos casi flotantes y en gamas muy sostenidas, nunca disonantes, con los que consigue unas volumetrías leves, casi imperceptibles que tienden a fundirse con el espacio que las rodea.
Estamos, en definitiva, ante una pintura sentida que propone un bello viaje desde el corazón, el suyo, hasta otro corazón, el del espectador, en un trayecto deliberadamente programado a través del interior de las cosas como buscando, además, la ocasión de ahondar, de paso, en el corazón de las mismas.
Notas de prensa:
«Una vez más la Galería Torres es el escenario para que el pintor Antón Hurtado nos presente su obra. Podemos observar la evolución de este artista, que en sus obras más recientes ahonda en el interés por la síntesis formal y cromática, llevando al límite la necesidad de desproveer al cuadro de todo elemento que pueda ser considerado accesorio. Apoyándose al máximo en una composición minuciosa que le permite servir de soporte de un sutil entramado de color y materia.
El resultado final es la pintura sincera que ofrece al espectador una visión particular y serena de la experiencia paisajística».
El Boletín de las Artes, 29 de diciembre de 1995.
«Un extenso repertorio de los últimos trabajos realizados por Antón Hurtado es presentado en la Galería Torres de Bilbao.
El recorrido del conjunto demuestra la personal implicación que el artista mantiene con la pintura. De manera singular se produce la aproximación a paisajes castellanos o navarros y a los más cercanos hacen referencia a la ría de Bilbao.
Mediante un amplio abanico de recursos plásticos y con un tratamiento que imprime ritmos variables, el artista construye el entramado de las superficies. De este modo ser reúnen empastes y rastros de enérgicas, pinceladas, veladuras y acciones impuestas, descubriendo el complejo proceso de elaboración de los cuadros».
El Correo, diciembre de 1995, Alicia Fernández.
«Va más allá de la superficie vista; lo que trata de plasmar Antón Hurtado en su pintura es la epidermis con miras a intuir impulsos creativos que interrelacionan tierra y hombre desde una actitud sensual. Por eso en sus paisajes, como los que muestra en estos días en la Galería Torres, el artista indaga posibilidades de luces, en el afán colorista deja ver un panorama de notables amplitudes».
El Punto de las Artes, 20 de diciembre de 1995.
Fecha: Dic - Dic 1995