Antón Hurtado
El lugar en el que habito
Acaso una exposición como la que nos acoge muestra de la perseverancia de Antón Hurtado, nos permita acercarnos a la apuesta de un artista que continúa, sin desertar, adentrándose por los difíciles senderos de la búsqueda pictórica.
Aunque sus formas no abandonan el gusto por los paisajes abstractos, refugio de sus inquietudes, cada cuadro suyo es un paso más hacia algo que el artista intuye como esencial y efímero. Esta paradójica contradicción, que algo se aproxime a la verdad y al mismo tiempo muestre su carácter huidizo, resulta básica en la obra del incansable Antón. Las largas caminatas y viajes de nuestro amigo, cual transeúnte impenitente en busca del enigma y del sosiego, le han llevado a construir innumerables percepciones del mundo y del tiempo, ingredientes vitales del paisaje.
Constatamos, casi sin sorpresa, que las personas no tienen cabida en su pintura, como si fueran una distracción en su permanente persecución del misterio, quizá debido a que Antón es consciente de que coexistimos, nosotros y nuestro prójimo, gestionando infructuosamente los espacios sagrados e infranqueables que edificamos a lo largo de nuestra existencia. Somos pues lejanía, más allá de cualquier espacio. Así, el artista podría concluir diciendo, como aquel otro viajero solitario:
“Me sentía libre entre una profusión de maravillas, una idea todavía más estimulante por la ilusión de intimidad. Aquel paisaje podría haber sido un parque enorme e interminable, con bosques, templos y pabellones dispersos, pues a menudo las únicas huellas de pisadas en la nieve eran las mías.»—Patrick Leigh Fermor.
Habitar estos lugares, recrearlos en un cuadro, supone olvidarse de la vida cotidiana, de los sinsabores de la acción, y morar en una especie de limbo, de puerto acogedor, donde el rumor del silencio del tiempo nos revive y transfigura por un instante. Este frenesí del hallazgo tiene su contrapartida: la necesidad de comenzar de nuevo, de vislumbrar un matiz que vuelva a entusiasmarnos e impulse la labor del hombre y del artista.
Frente a los cuadros de esta exposición, el visitante siente ese rumor, esa quietud que nos habla, el descubrimiento de las incógnitas que nos constituyen y hermana. Conviene demorarse, instalarse en el paisaje, situarse allí donde no había nadie hasta conseguir percibir las huellas de nuestros propios pasos, el enigma del tránsito por esta inquietante caducidad que nos realza y dignifica.
Rumor del silencio. Mikel Iriondo.
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El pintor Antón Hurtado presenta una nueva exposición en Bilbao, compuesta por una docena y media de pinturas sobre lienzo, un políptico de obras sobre papel y varias esculturas, en las que ha trabajado a lo largo de los dos últimos años.
El título de la exposición invoca los recuerdos del autor, consecuencia de los paisajes vividos en sus frecuentes viajes, en sus andares y soledades, y posteriormente revividos desde el recuerdo en el estudio, donde las obras han sido realizadas.
Fecha: 23 Nov - 30 Dic 2011